CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 11



CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR

Día 11


Práctica nacida en el Monasterio de la Visitación de Bourg, Francia, en 1863


PRESENTACIÓN:

La Guardia de Honor es una  piadosa milicia que rodea Jesucristo, Rey inmortal de los siglos, abandonado, ultrajado y perpetuamente inmolado en su Trono Eucarístico. Estos fervorosos centinelas, escogen una hora al día, y en ella, sin dejar sus ocupaciones habituales, se postran en espíritu frente al Sagrario, a imitación de la primera Guardia, compuesta por Nuestra Madre Dolorosa, San Juan y Santa María Magdalena.
Durante junio, Mes del Sagrado Corazón, publicaremos el Manual (de 1904) con las instrucciones para asociarse a esta cofradía a la que pertenecieron Sus Santidades León XIII, Pío IX, San Pío X y Pío XI, San Juan Bosco y el Padre Mateo Crawley, entre otros.
Al final de cada día se copiará la oración para el ejercicio diario de la “Hora de Guardia”, y el 30 de junio se publicará la consagración, o fórmula de agregación, que cada uno puede hacer en su hogar.


DÍA 11

LA HORA DE GUARDIA.
OFICIO DE LA PRIMERA FALANGE.


Las almas consoladoras.

Mi Corazón no aguardó otra cosa que « ultrajes y dolores».

Y « Busqué quién me consolara, y no lo hallé » (Ps. 68, y. 2.)

La Guardia de Honor es una  piadosa milicia que rodea Jesucristo, Rey inmortal de los siglos, abandonado, ultrajado y perpetuamente inmolado en su Trono Eucarístico. Era, pues, conveniente que los Socios, como fervorosos centinelas, se relevasen por turno a los pies de este Rey de la gloria y amor, para adorarle, amarle y consolar su Corazón.
¡Tal fue el origen de la Guardia de Honor; conmovedor oficio que reanuda y continúa a la vez la santa Velada del Calvario y la Unión de los Serafines y Margarita María; asociados para rendir al divino Corazón de Jesús un culto perpetuo de consuelo, Reparación y Amor!
La Hora de Guardia es la base fundamental de la Obra, y puede decirse que es la Obra misma. Su práctica se propone a las tres Falanges de la Asociación; pero asume de un modo especial el oficio de las almas de la primera Falange. Ya lo hemos visto, estas almas consoladoras, desde su entrada en la Guardia de Honor, imitan el amor humilde, filial y agradecido de Magdalena, y trabajan para reparar los ultrajes hechos a Jesucristo en su Paternidad divina.
Después de haber llorado sus faltas, se esfuerzan con decisión y amor por consolar al Corazón de Jesús, lleno de dolor por el olvido e ingratitud de los hombres a quienes tanto ama…; por quienes tanto ha padecido; ¡y de quienes es tan poco amado!. Semejantes a los Hijos respetuosos y amantes que rodean a su querido Padre para desagraviarle de todo cuanto le hacen sufrir sus Hermanos ingratos y desnaturalizados, los Guardias de Honor se suceden día y noche, hora tras hora, a los pies de Jesucristo para ofrecer a su dulcísimo Corazón: 

¡Respeto! ¡Amor! ¡Consuelo!

Habrá quien crea, tal vez, que para, santificar la Hora de Guardia, es preciso pasarla toda en oración o ir al templo. No, esto no es necesario; el Corazón de Jesús, según aquellas palabras que dirigió un día a Margarita María: “Todo por amor, nada por fuerza”, deja a las almas en entera libertad para consolarle durante este santo ejercicio.
Al principiar la Hora de Guardia, sin estar obligados en nada cambiar sus operaciones ordinarias, los Asociados van en espíritu a la mansión del Amor:

 el TABERNÁCULO y después de excitarse a sentimientos de dolor y contrición, recordando tantos pecados como se cometen todos los días, ofrecen a Jesús sus pensamientos, palabras, acciones y penas; al mismo tiempo que el deseo de consolar a Su Corazón adorable con su amor. Luego, se esfuerzan en estar lo más unidos que puedan a Nuestro Señor hasta el fin de la Hora de Guardia; haciendo algunos actos de amor, y, si pueden, algún ligero sacrificio.

Se termina con una oración pidiendo según las intenciones del Sumo Pontífice. — Padre nuestro y Ave María.

Si los Socios olvidasen la Hora de Guardia, sería muy laudable que procurasen resarcirla lo más pronto posible por una hora de guardia suplementaria.
Se pueden hacer varias Horas de Guardia en el mismo día. A estas horas suplementarias están concedidos 100 días de indulgencia. (Pío IX, 7 Abril 1865.)
Cada Socio, después de haber escogido su Hora de Guardia, no debe cambiarla sin legítimos motivos.
Los ejercicios de los Guardias de Honor principian generalmente a las 6 de la mañana y concluyen a las 6 de la tarde. El “servicio de noche”, llamémosle así, está cubierto por los Socios que habitan países donde el día corresponde a nuestra noche, y por Religiosos y Religiosas que están obligados a la recitación nocturna del Oficio divino; y por un cierto número de almas fervorosas que han reclamado el privilegio de velar mientras que las demás duermen.
Los Socios deben hacer grande aprecio de esta Hora bendita; precaverse contra la ligereza, olvido y negligencia; y penetrarse de este pensamiento: ¡a tal hora debo tener una audiencia divina en la que puedo pedir todo, y en la que espero obtener todo de la infinita bondad del Corazón de Jesús!
Esperen, pues, este momento privilegiado como Jesucristo lo espera. Este buen Maestro sabe quiénes de sus queridos Guardias de Honor deben llegar cada hora a sus pies; su Corazón los espera, con la impaciencia del amor y palpita gozosísimo viéndolos fieles a su consigna. Y ¿quién podrá decir los torrentes de gracias que derramara el amantísimo Corazón de Jesús sobre sus muy amados siervos?


Ofrecimiento de la Hora de Guardia para cada día:

¡Viva Jesús, muera el pecado, sea por siempre alabado, el Corazón de Jesús Sacramentado!

Sagrado Corazón de Jesús, encendido en llamas de infinito amor, pero herido hasta lo más hondo por nuestro desamor, desagradecimiento y dureza, me postro en tu presencia durante esta hora para hacerte fiel compañía en este Sagrario y en todos los Sagrarios de la tierra. En unión con el Corazón Inmaculado de María, mi Ángel Custodio y mis celestiales Asociados (aquí se nombra el patrono o patronos de la hora que se haya escogido), te dedico mis pensamientos, mis acciones y mis sufrimientos en reparación de los olvidos, ingratitudes e irreverencias que recibes en el Santísimo Sacramento del Altar, y ofrezco en reparación la Sangre y Aguas salidas de tu Corazón traspasado y que Tú presentas incesantemente al Padre, en unidad del Espíritu Santo, por la salvación de todas las almas. Amén.


Nuestra Señora del Sagrado Corazón, proteged a la Guardia de Honor.

Señor San José, San Francisco de Asís, San Francisco de Sales y Santa Margarita María de Alacoque, rogad por vuestros Guardias.





CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 10



CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR

Día 10


Práctica nacida en el Monasterio de la Visitación de Bourg, Francia, en 1863


PRESENTACIÓN:

La Guardia de Honor es una  piadosa milicia que rodea Jesucristo, Rey inmortal de los siglos, abandonado, ultrajado y perpetuamente inmolado en su Trono Eucarístico. Estos fervorosos centinelas, escogen una hora al día, y en ella, sin dejar sus ocupaciones habituales, se postran en espíritu frente al Sagrario, a imitación de la primera Guardia, compuesta por Nuestra Madre Dolorosa, San Juan y Santa María Magdalena.
Durante junio, Mes del Sagrado Corazón, publicaremos el Manual (de 1904) con las instrucciones para asociarse a esta cofradía a la que pertenecieron Sus Santidades León XIII, Pío IX, San Pío X y Pío XI, San Juan Bosco y el Padre Mateo Crawley, entre otros.
Al final de cada día se copiará la oración para el ejercicio diario de la “Hora de Guardia”, y el 30 de junio se publicará la consagración, o fórmula de agregación, que cada uno puede hacer en su hogar.


DÍA 10

SU OBJETO.

El objeto especial del Culto perpetuo que practican los Guardias de Honor, es el Sacratísimo Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, que fue herido visiblemente por la lanza y ahora es herido invisiblemente con la acerada flecha del olvido, de la ingratitud y de los pecados de los hombres.
Estos objetos son dos:

Objeto material y figurado: 

El Corazón de Jesús atravesado por la lanza, Herida inefable, prevista, amada y aceptada por el Salvador durante su vida, y sufrida después de su muerte por último exceso de amor, y digna por consecuencia de todas nuestras adoraciones.

Objeto especial y formal:

El Corazón viviente de Jesús en la Eucaristía perpetuamente herido:

1° En su Paternidad, por el olvido é ingratitud de los hombres. “He alimentado a mis hijos y ellos me han despreciado.” (Isaías 12)
2° En su Reinado, por la apostasía de los pueblos que reniegan de su reino social. “Ellos han conspirado contra el Señor su Cristo.”
3° En su Sacerdocio, por la profanación de su Sacrificio y de su Sacramento de amor; y por las traiciones sacrílegas de aquellos a quienes El más ama. “Las otras herían mi cuerpo… pero estas herían mi Corazón.” (Vida de la B. Margarita María. Edición Paray-le-Monial)

Tres grandes heridas que han crucificado y crucifican todos los días a Jesús en su Corazón, como lo fue en su cuerpo; y que Margarita María simbolizó mandando se pintaran tres clavos en este Corazón adorable, en la primera imagen que ella dibujó y ofreció a la veneración de sus Hermanas.

El FIN de la Guardia de Honor es: curar estas tres grandes heridas del Corazón de Jesús por medio de un Culto perpetuo de Consuelo, Reparación y Amor, comprendido en las tres principales partes de la Obra, a saber :

1° La Hora de Guardia.
2° La preciosísima Ofrenda.
3° La Unión con el Salvador perpetuamente inmolado.

Más adelante se pondrán, sobre estos tres ejercicios principales de la Obra, las aclaraciones convenientes.

PRÁCTICAS DE ESTE CULTO

Las personas que practican el tierno oficio de Guardias de Honor, imitan cada uno a su modo a María, a Juan y a la Magdalena al pie de la Cruz.
Tres actos constituyen este culto en los tres grados diversos; tres actos, que son el resultado de la meditación de esta doble herida visible é invisible del Corazón de Jesús.

En el primer grado.— PRIMERA FALANGE— CON MARÍA MAGDALENA —  Los Guardias de Honor de toda edad, sexo y condición, consuelan y reparan los ultrajes hechos a Jesucristo en su Paternidad divina; postrándose a sus pies como hijos respetuosos y amantes, para llorar sus faltas y las de sus hermanos… Es el amor penitente, filial y agradecido, postrado ante el Corazón herido de Jesús. — El ejercicio propio de las almas que se afilian en este primer grado es, la Hora de Guardia.

En el segundo grado. — SEGUNDA FALANGE— CON SAN JUAN — Los Guardias de Honor (especialmente los sacerdotes) reparan las heridas hechas a Jesús en su Reinado divino; ofreciendo a su Corazón herido sentimientos de celo, actos generosos y de verdadero sacrificio…. Es el amor reparador frente a frente del costado herido de Cristo, que toma en sus manos la Sangre y Agua que salieron de la Herida de su Corazón y hace de esta oblación pura, de este cáliz preciosísimo, una arma reparadora y apostólica en favor de la Iglesia y de las almas, para que vuelvan los pueblos a ponerse bajo el cetro de amor de Jesucristo. El ejercicio propio de las almas de este grado es la mística y perpetua ofrenda del cáliz de bendición, de que se ha hablado antes.

En el tercer grado. — TERCERA FALANGE. — CON MARÍA — Los Guardias de Honor (en particular las personas Religiosas y consagradas a Dios,) consuelan y reparan las heridas dolorosas que Jesucristo, Sacerdote y Víctima, recibe en su Sacerdocio; y unen su oblación a las del Salvador perpetuamente inmolado, haciéndose una sola é idéntica víctima con Él. Es el amor heroico, que sube hasta el altar del Sacrificio, glorificando al supremo amor y cooperando con él a la salvación del mundo.
El oficio especial de estas almas es la unión con el Salvador constantemente inmolado.

Las tres Falanges de la Guardia de Honor, se esfuerzan en realizar, cada una a su vez, las tres palabras que brillan en el Estandarte de la Obra: ¡GLORIA! ¡AMOR! iREPARACIÓN! Rinde un homenaje especial a la Paternidad, al Reinado y al Sacerdocio de Jesucristo. La forma, en fin, una triple corona, verdadera tiara mística, que proclama al Dulcísimo Salvador, como a ¡Padre! iRey ! y ¡Pontífice! de toda la creación.

Los FRUTOS de estos ejercicios son verdaderamente frutos de vida.
En el primer grado, se pide y se obtiene más horror al pecado, verdadero arrepentimiento de las faltas y un amor tierno, filial y agradecido a Nuestro Señor.
En el segundo grado, se adquiere más generosidad, más celo y abnegación en el servicio de Dios y de las almas; y un espíritu de reparación y disposición de apóstol.
En el tercer grado, se penetra el alma del espíritu de sacrificio y de inmolación, y contrae una unión estrecha con la vida y los estados de víctima de nuestro dulcísimo Salvador.

En otros términos: —Purificarse para ofrecerse, — ofrecerse para ser inmolado, — inmolarse para unirse a Jesucristo y consumirse en Él… ¡he aquí la Guardia de Honor!
Esta obra comprende en sus prácticas la santa Misa del Calvario y del altar Eucarístico, y toda la grandeza y belleza de la vida cristiana, en sus grados más o menos perfectos. Es, pues, útil y accesible a todos.
¡Dios quiera que conquiste para Jesucristo todos los corazones!



Ofrecimiento de la Hora de Guardia para cada día:

¡Viva Jesús, muera el pecado, sea por siempre alabado, el Corazón de Jesús Sacramentado!

Sagrado Corazón de Jesús, encendido en llamas de infinito amor, pero herido hasta lo más hondo por nuestro desamor, desagradecimiento y dureza, me postro en tu presencia durante esta hora para hacerte fiel compañía en este Sagrario y en todos los Sagrarios de la tierra. En unión con el Corazón Inmaculado de María, mi Ángel Custodio y mis celestiales Asociados (aquí se nombra el patrono o patronos de la hora que se haya escogido), te dedico mis pensamientos, mis acciones y mis sufrimientos en reparación de los olvidos, ingratitudes e irreverencias que recibes en el Santísimo Sacramento del Altar, y ofrezco en reparación la Sangre y Aguas salidas de tu Corazón traspasado y que Tú presentas incesantemente al Padre, en unidad del Espíritu Santo, por la salvación de todas las almas. Amén.


Nuestra Señora del Sagrado Corazón, proteged a la Guardia de Honor.

Señor San José, San Francisco de Asís, San Francisco de Sales y Santa Margarita María de Alacoque, rogad por vuestros Guardias.




CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 9



CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR

Día 9



Práctica nacida en el Monasterio de la Visitación de Bourg, Francia, en 1863


PRESENTACIÓN:

La Guardia de Honor es una  piadosa milicia que rodea Jesucristo, Rey inmortal de los siglos, abandonado, ultrajado y perpetuamente inmolado en su Trono Eucarístico. Estos fervorosos centinelas, escogen una hora al día, y en ella, sin dejar sus ocupaciones habituales, se postran en espíritu frente al Sagrario, a imitación de la primera Guardia, compuesta por Nuestra Madre Dolorosa, San Juan y Santa María Magdalena.
Durante junio, Mes del Sagrado Corazón, publicaremos el Manual (de 1904) con las instrucciones para asociarse a esta cofradía a la que pertenecieron Sus Santidades León XIII, Pío IX, San Pío X y Pío XI, San Juan Bosco y el Padre Mateo Crawley, entre otros.
Al final de cada día se copiará la oración para el ejercicio diario de la “Hora de Guardia”, y el 30 de junio se publicará la consagración, o fórmula de agregación, que cada uno puede hacer en su hogar.


DÍA 9


LA GUARDIA DE HONOR.
Su punto de partida. — Su razón de ser. —Su Fin. — Sus Prácticas. — Sus Frutos.


« Quiero formar al rededor de mi Corazón
una corona de doce estrellas,
compuesta de mis más amados
y fieles siervos. »

(Nuestro Señor a Santa Margarita María)


PUNTO DE PARTIDA.
Con estas palabras ¿no es cierto que Jesucristo parecía indicar de antemano a la B. Margarita María la triple Falange de almas Consoladoras, Reparadoras y Víctimas, salidas de su Corazón herido por la lanza, y que compondría algún día la Santa Milicia de la Guardia de Honor? (La división de miembros de la Obra en tres Falanges no implica una separación entre ellos; indica solamente los diversos Oficios que cada Socio puede desempeñar, según su inclinación particular).

RAZÓN DE SER.
Desde la cumbre del Calvario ¿no la había ya contemplado, consagrado y bendecido en aquellas almas amantes, fieles, heroicas, que le habían seguido hasta el pie de la Cruz …? Entonces, como hoy, los campos estaban netamente divididos: el odio el amor velaban cada uno en su puesto.
Una guardia deicida prodigaba insultos y blasfemias a la santa Víctima, hasta en su agonía: “Y habiéndose sentado miraban y observaban”  (Mateo, XXVII, 36). Estaban sentados en su triunfo, porque el Príncipe del mundo se creía vencedor; y, sin embargo, según la palabra del Divino Maestro, iba a ser juzgado y definitivamente vencido.
Cerca de Jesús crucificado, otra Guardia velaba: postrada en adoración, lágrimas y amor; en pie, en fidelidad, abnegación y sacrificio. Eran Magdalena, la generosa amante; Juan el discípulo amado, y María, Madre de Jesús. ¿Quién dirá los consuelos que esta heroica Guardia de honor prodigó durante las tres horas de crucifixión al Divino Sentenciado?
Pero al mismo tiempo ¿quién podrá decir las efusiones de ternura y liberalidad con que pagó su abnegación a estos centinelas de amor?
Magdalena había derramado a los pies de Jesús sus perfumes y sus lágrimas; Jesús la inundaba con su Precíosísima Sangre, haciendo de la pecadora la peana de su altar y el pedestal de su trono; porque Pilatos le había escrito: El Crucificado era REY. (Mateo, XXVI, 37).
Juan era el único de los doce que había valerosamente seguido a su buen Maestro, y Jesús le legaba a su Madre, y le asociaba a esta primera y solemne Misa del Calvario, que Él, Pontífice eterno, celebraba para gloria de su Padre y salvación del mundo; asistido de la Virgen sacerdotal, cooperadora de la Obra de Redención. Por eso Juan y María estaban en pie a uno y otro lado del altar del Sacrificio.
En cuanto a la Virgen Inmaculada, porque había consentido en que Jesús sacrificase su vida por nosotros, le legó una generación de almas, y en la persona de Juan se hizo nuestra Madre. Eva nos perdió debajo del árbol de las delicias; María nos dio la vida debajo del Árbol del dolor. ¡Pero la recompensa suprema reservada a los Guardias de Honor del Calvario, fue asistir a la apertura del Corazón de Jesús! Fueron los primeros que contemplaron este Corazón lleno de suavidad, atravesado por la lanza, y los primeros que ofrecieron las primicias del Culto que le profesan hoy sus humildes Consoladores. María, Juan, Magdalena, fueron las primicias y al mismo tiempo el símbolo perfecto de la Guardia de Honor. Hicieron este oficio; y por sus actos y sentimientos representaron de un modo admirable las diversas funciones que esta Obra asigna a sus miembros; no menos que por la misión que les propone, y el espíritu de que desea verlos animados.

Tal es el PUNTO DE PARTIDA; de la Guardia de Honor. ¡Se remonta al Calvario! y viene como a reanudar, después de 18 siglos, esta santa Velada de los tres Consoladores de Jesús, para continuarla sin interrupción hasta el fin de los tiempos.
Baste decir que sólo su nombre y organización datan de ayer; mientras que el pensamiento fundamental es tan antiguo como el amor de compasión hacia Jesucristo, muerto por nosotros en la Cruz. No se distingue de las otras Cofradías erigidas para gloria del Divino Corazón, sino en esto: viene a ser como el complemento de los testimonios de reconocimiento y amor, que en todas partes se le ofrecen al Santísimo Corazón de Jesús, señalándose particularmente por el carácter de reparación que reclaman a voz en cuello la in gratitud y los crímenes de nuestros tiempos.
En cuanto a su RAZÓN DE SER ¿quién no la comprende? Las ruinas morales nos rodean… El Corazón sobre todo está gravemente herido, y a él es preciso atender primero; porque si el Corazón está sano, se salva la humanidad. Pero ¿quién cicatrizará estas heridas incurables? El Corazón herido de Jesús.”Hemos sido curados por sus llagas.” (Isaías 53, 5)


Ofrecimiento de la Hora de Guardia para cada día:

¡Viva Jesús, muera el pecado, sea por siempre alabado, el Corazón de Jesús Sacramentado!

Sagrado Corazón de Jesús, encendido en llamas de infinito amor, pero herido hasta lo más hondo por nuestro desamor, desagradecimiento y dureza, me postro en tu presencia durante esta hora para hacerte fiel compañía en este Sagrario y en todos los Sagrarios de la tierra. En unión con el Corazón Inmaculado de María, mi Ángel Custodio y mis celestiales Asociados (aquí se nombra el patrono o patronos de la hora que se haya escogido), te dedico mis pensamientos, mis acciones y mis sufrimientos en reparación de los olvidos, ingratitudes e irreverencias que recibes en el Santísimo Sacramento del Altar, y ofrezco en reparación la Sangre y Aguas salidas de tu Corazón traspasado y que Tú presentas incesantemente al Padre, en unidad del Espíritu Santo, por la salvación de todas las almas. Amén.


Nuestra Señora del Sagrado Corazón, proteged a la Guardia de Honor.

Señor San José, San Francisco de Asís, San Francisco de Sales y Santa Margarita María de Alacoque, rogad por vuestros Guardias.




CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 8



CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR

Día 8



Práctica nacida en el Monasterio de la Visitación de Bourg, Francia, en 1863


PRESENTACIÓN:

La Guardia de Honor es una  piadosa milicia que rodea Jesucristo, Rey inmortal de los siglos, abandonado, ultrajado y perpetuamente inmolado en su Trono Eucarístico. Estos fervorosos centinelas, escogen una hora al día, y en ella, sin dejar sus ocupaciones habituales, se postran en espíritu frente al Sagrario, a imitación de la primera Guardia, compuesta por Nuestra Madre Dolorosa, San Juan y Santa María Magdalena.
Durante junio, Mes del Sagrado Corazón, publicaremos el Manual (de 1904) con las instrucciones para asociarse a esta cofradía a la que pertenecieron Sus Santidades León XIII, Pío IX, San Pío X y Pío XI, San Juan Bosco y el Padre Mateo Crawley, entre otros.
Al final de cada día se copiará la oración para el ejercicio diario de la “Hora de Guardia”, y el 30 de junio se publicará la consagración, o fórmula de agregación, que cada uno puede hacer en su hogar.


DÍA 8

ORIGEN Y PROPAGACIÓN DE LA GUARDIA DE HONOR.

“Os saludo, oh víctima
inmolada sobre la cruz,
cuyo costado abierto,
ha derramado sangre y agua”

(Del canto Ave Verum)


La Guardia de Honor, como todas las obras de Dios, no nació de la nada. Una palabra providencial caída de los labios de una hija de San Francisco de Sales, y recogida por aquella de sus hermanas que tenía la misión de oírla: la Hermana María del Sagrado Corazón Bernaud, tal fue el grano de mostaza que, bajo los rayos del Divino Corazón de Jesús, debía ser muy pronto un grande árbol. Esto pasaba el 12 de Enero de 1863, en el Monasterio de la Visitación de Bourg (Ain,) cuna y centro de la Guardia de Honor. El 13 de Marzo siguiente, viernes 3° de cuaresma, tuvo lugar la bendición del primer cuadrante de la Obra, en el cual estaban inscritos los nombres de todas las religiosas del Monasterio. Por de pronto, nadie notó que ese mismo día la Iglesia celebraba la fiesta de las Cinco Llagas; en la que se hace mención especial de la abertura del Corazón de Jesús, herido por la lanza en el árbol de la Cruz.

El Jueves y Viernes santo fueron trazados el objeto, la organización de la Obra y la Ofrenda de la Hora de Guardia. Desde entonces la Obra empezó a caminar como el divino Amor, con pasos de gigante. Inglaterra recibió desde luego el primer cuadrante grabado en piedra; se hizo en Londres, bajo los auspicios de un Padre de la Compañía de Jesús, en Tulio de 1863. De Inglaterra pasó a América; unos meses después a África; antes del fin del año funcionaba en las cuatro partes del mundo.
Una propagación tan rápida decidió a Monseñor Pedro Enrique Gerault de la Langalerie, Obispo entonces de Belley, a erigir canónicamente la Guardia de Honor en Cofradía en la Iglesia del Monasterio de la Visitación de Santa María de Bourg, el 9 de Marzo de 1864. Este ejemplo fue seguido por gran número de Obispos; desde 1866, cuarenta y una cofradías estaban erigidas canónicamente; hoy, suben a una cifra considerable. El 16 de Junio de 1864, Pío IX, de santa memoria, enriqueció la Obra con todas las indulgencias concedidas a la Archicofradía del Sagrado Corazón establecida en Roma, en la Iglesia Della Pace.
El 7 de Abril de 1865, se dignó su Santidad concederle nuevas indulgencias; además, hasta cinco veces mandó a los asociados la bendición apostólica. Más aún: el 25 de Marzo de 1872, Pío IX quiso inscribirse en la Guardia de Honor; se hizo hermano de la piadosa unión, y el 21 de julio de 1875, en una audiencia concedida a una diputación de los principales miembros de la Obra, recordó como una de sus más dulces glorias, su título de: « Primer Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús. » El 13 de Junio de 1876, un nuevo Breve sancionó una de las más tiernas prácticas de la Obra: «Preciosísima Ofrenda», y añadió indulgencias a las dos fórmulas, por las cuales los asociados recogen la Preciosa Sangre y Agua salidas de la herida del Corazón de Jesús y la ofrecen a la Majestad infinita, como se dirá en su lugar. Todos estos beneficios fueron coronados el 26 de Noviembre de 1878 por un Breve, en virtud del cual Nuestro Santísimo Padre León XIII, a petición de Monseñor Marchal, obispo entonces de Bélley, se dignó elevar la Cofradía de la Guardia de Honor de Bourg a la dignidad de Archicofradía, en Francia y Bélgica. Este acto, importando una nueva y solemne aprobación de la Santa Sede, consolidó la Obra sobre bases inmutables. El 12 de junio de 1879, la Cofradía de la Guardia de Honor, establecida en Roma en la iglesia de los SS. Vicente y Anastasio, fue también elevada a la dignidad de Archicofradía para la Italia toda.
En fin, esta Obra, nacida en la Orden de la Visitación escogido por el mismo Jesucristo para distribuir al mundo la preciosa devoción de su adorable Corazón, se ha extendido de tal suerte, que hoy cuenta muchos millones de miembros esparcidos en el universo entero, figurando en primer término los Papas Pío IX y León XIII, y más de 200 Cardenales, Arzobispos y Obispos han querido inscribirse.
¡Quiera el cielo escuchar esta nuestra plegaria, de que muy pronto en todos los tabernáculos donde su amor le tiene encadenado, el Corazón de Jesús sea rodeado, glorificado y consolado por una piadosa falange de sus Guardias de Honor!



Ofrecimiento de la Hora de Guardia para cada día:

¡Viva Jesús, muera el pecado, sea por siempre alabado, el Corazón de Jesús Sacramentado!

Sagrado Corazón de Jesús, encendido en llamas de infinito amor, pero herido hasta lo más hondo por nuestro desamor, desagradecimiento y dureza, me postro en tu presencia durante esta hora para hacerte fiel compañía en este Sagrario y en todos los Sagrarios de la tierra. En unión con el Corazón Inmaculado de María, mi Ángel Custodio y mis celestiales Asociados (aquí se nombra el patrono o patronos de la hora que se haya escogido), te dedico mis pensamientos, mis acciones y mis sufrimientos en reparación de los olvidos, ingratitudes e irreverencias que recibes en el Santísimo Sacramento del Altar, y ofrezco en reparación la Sangre y Aguas salidas de tu Corazón traspasado y que Tú presentas incesantemente al Padre, en unidad del Espíritu Santo, por la salvación de todas las almas. Amén.


Nuestra Señora del Sagrado Corazón, proteged a la Guardia de Honor.

Señor San José, San Francisco de Asís, San Francisco de Sales y Santa Margarita María de Alacoque, rogad por vuestros Guardias.




CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 11

CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS COMO SU GUARDIA DE HONOR Día 11 Práctica nacida en el Monasterio de la Visitación de Bourg...